miércoles, marzo 2

Nuestro compañero Marvin González Vázquez nos comparte este editorial de Josefina Leroux, publicado en El Norte el pasado 24 de febrero de 2011. Es una invitación a pensar y a educar...
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Somos un pueblo dócil y sometido porque no leemos, porque no pensamos. Desconfiamos de todos, pero creemos ciegamente en algunas voces con poder; cómo no, si México es un pueblo con nueve años de educación formal, pero con siglos de dictaduras de conciencias.

En el siglo 21 el autoritarismo y la manipulación siguen ejerciéndose para hacer creer, prohibir pensar, sentir y hasta imaginar. Lo peor es que la mayoría no se da cuenta.

Las ideas se repiten hasta el cansancio sin un ápice de reflexión. Mucha gente no sabe pensar, como si fuera un acto de enorme dificultad. Se habla de la necesidad de innovación y de creatividad para progresar, sin advertir que esa facultad es el acto mismo de pensar, decía el psicólogo y pedagogo estadounidense John Dewey.

Pero la educación misma en México pareciera confabularse contra el acto de pensar. Los alumnos deben aprender las lecciones de memoria; si en el examen no responden lo que dijo el maestro se les califica como si fuera un error, aunque la respuesta del alumno contenga más sensatez que la del mismo profesor.

El periodista Carlos Loret de Mola produjo hace poco un cortometraje sobre educación en el que se pregunta a niños y niñas qué van a ser de grandes. Con toda la precocidad y lenguaje que caracteriza a los infantes posmodernos, una pequeña riendo ante la cámara respondió: "seré adulta, estúpida, pend...". Con mucha razón esa chiquilla se da cuenta, a sus 9-10 años, que los "grandes" poco o nada reflexionan o dialogan, pero mucho discuten y prohíben.

Pero ¿cuál es la importancia de aprender a pensar?, ¿cuál es el afán de complicarse la vida?, me preguntaba una señora después de salir de una reunión de padres de familia en la escuela en la que se les convocaba a leer con sus hijos, a contarles cuentos, reflexionarlos con ellos.

La ausencia de pensamiento es el caldo de cultivo para mantener relaciones de poder y ejercer la explotación y la violencia.

Las niñas y niños que no aprender a pensar serán usados y manipulados, tendrán baja estima y les será muy difícil desarrollarse. Aun sabiéndolo, los estudiantes mexicanos salieron deficientes en comprensión de lectura y en matemáticas en la prueba PISA que evalúa la educación en el mundo.

¿Por qué al Estado no le ha interesado mejorar la educación, enseñar a pensar? Los jóvenes pensantes son preguntones, curiosos, rebeldes, exigen, demandan, piden respuestas. Quienes leen tienen alas. Pero si no la escuela, las dan los libros, la internet. Sin importar la edad, se puede aprender a pensar leyendo, dudando, reflexionando por qué alguien dice algo, por qué otro opina diferente, qué hay detrás de las versiones de cada uno...

¿Por qué la gente no lee? En México se leen uno y medio libros al año en promedio. Según la Cámara Nacional de la Industria Editorial, en 2004 un libro en promedio costaba 49 pesos, y existen escasas bibliotecas. Un reporte de la ONU de 2006, indica que México ocupó la posición 107 de 108 países enlistados en cuanto a hábitos de lectura. De acuerdo con ese índice, Japón ha desarrollado el hábito de la lectura entre el 91 por ciento de su población, pero en México sólo el 2 por ciento de la población lee.

Los mexicanos tienen fama de ingeniosos, pero les falta conocimiento y habilidades del pensamiento para evolucionar. No es indispensable ir a la escuela para aprender a pensar; quien lea habitualmente puede iniciar la aventura jamás imaginada.

El Consejo de la Comunicación, organismo fundado en México hace más de 50 años, ha iniciado junto con la SEP una campaña denominada "Leer para Aprender". Este Consejo busca activistas para mantener vigente su misión. ¿Quién se apunta? Por lo pronto hemos visto a actrices y actores en la TV invitando a leer. Usted puede formar un club de lectura en su familia, en su trabajo, entre amigos.

Si aprender a leer y a pensar se convirtiera en una meta en la agenda nacional, en un reto de las familias, México podría ser en 10 años uno de los países más prósperos del mundo. Quizás antes.

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